En Cosmo comprendemos que los estilos de vida no son esquemas fijos ni comportamientos heredados de forma estática. Al contrario, son sistemas dinámicos que se moldean con el tiempo, influenciados por nuestras experiencias, las decisiones individuales, las relaciones sociales y el contexto sociocultural que habitamos. Por eso, educar para la salud y el cuidado no es solo formar hábitos, sino formar seres humanos capaces de hacerse preguntas esenciales:
¿Quién soy hoy? ¿Qué persona quiero llegar a ser? ¿Cómo puedo transformar mis decisiones cotidianas para acercarme a esa versión de mí mismo/a?
Una ruta para el bienestar consciente
En el marco de este proyecto, diseñamos una ruta de aprendizaje basada en la evidencia científica que permite a cada persona identificar sus propios ritmos, prácticas y hábitos, y proyectarse hacia una transformación sostenible que fortalezca su bienestar físico, emocional, relacional y ambiental.
Esta ruta no es una prescripción, sino un camino flexible, adaptativo y profundamente humano que reconoce que el bienestar no es un destino final, sino un proceso permanente de construcción personal y colectiva.
¿Qué es un hábito y por qué es importante?
Desde una perspectiva científica, un hábito se define como una conducta aprendida que, tras un proceso de repetición en contextos similares, se realiza de forma automática y con bajo esfuerzo cognitivo. Según la psicología del comportamiento (Duhigg, 2012; Clear, 2018), un hábito se compone de tres elementos clave:
La señal o disparador, que es el estímulo que activa la conducta (por ejemplo, sentir sed).
La rutina o comportamiento, que es la respuesta que se repite (por ejemplo, tomar agua).
La recompensa, que es el beneficio percibido que refuerza la acción (por ejemplo, sentirse hidratado).
Estudios han demostrado que los hábitos se consolidan más fácilmente cuando son fáciles de realizar, atractivos, socialmente compartidos y oportunos. Es decir, cuando están en sintonía con el entorno y la motivación individual.