Entre el 28 y el 30 de mayo de 2025, Medellín se convierte en escenario para la imaginación pedagógica. Llega una nueva edición del Deeper Learning, un evento que reúne a educadores, artistas, gestores culturales, estudiantes y soñadores para compartir experiencias transformadoras en tres espacios clave de la ciudad: MOVA, Parque Explora y el Planetario.

Desde Cosmo Schools fuimos parte activa de este encuentro, con talleres e inmersiones diseñadas desde la convicción de que la educación puede (y debe) ser una experiencia profundamente humana. En este artículo, queremos contarles sobre una de esas experiencias que hemos sembrado desde el corazón:

Una mente bien ajardinada es una propuesta que comparte la certeza de que educar también es cuidar(se). Que aprender no es sólo acumular saberes, sino reconocer la emoción, habitar el cuerpo y cultivar el vínculo con lo que nos rodea y con quienes somos.

Durante el Deeper Learning, Eliana González Eslava, coordinadora de la Ruta de bienestar en Cosmo, y Liliana Botero Torres, coordinadora del cuidado en Cosmo, fueron facilitadoras de un taller orientado a pensar, crear y fomentar espacios de bienestar en las aulas. Conversamos con Eliana para que nos contara un poco más de esta estrategia que hoy se siembra en Cosmo.

Eliana es nutricionista dietista y magíster en estudios del comportamiento. Junto a su equipo ha creado una metodología vivencial y reflexiva que utiliza las huertas escolares como punto de partida para sembrar algo mucho más profundo: el bienestar.

“Esta propuesta nace de una necesidad concreta: comprender cómo el entorno natural y el vínculo emocional con la escuela impactan directamente en el desarrollo emocional, cognitivo y social de nuestros estudiantes”, nos dice Eliana.

Su referente fue la metáfora de Sue Stuart-Smith y estuvo respaldada por la neurociencia, experiencias que integran prácticas de contacto con la naturaleza, como sembrar, cosechar, cuidar, que ayudan con prácticas emocionales como la autorregulación, la empatía y la atención. 

Cuando le preguntamos a Eliana cómo podría ser la escuela un lugar para el bienestar, nos respondió: “La escuela no solo puede, sino que debe ser un entorno de bienestar.” Agrega, que “cuando el bienestar se asume como un valor transversal —y no como un momento de aprendizaje aislado—, se convierte en un eje de transformación para toda nuestra comunidad educativa”.

Esto nos ayuda a comprender que para fomentar y recibir una educación de calidad, es necesario incluir el bienestar en toda la extensión de la palabra (físico, emocional, social), se debe completar una educación con el bienestar para garantizar un aprendizaje profundo y óptimo. 

Eliana sabe que incluir el bienestar en el tema de la educación es un reto. Desde su experiencia, y tomando herramientas basadas en la evidencia, comparte algunas que pueden funcionar para todas las maestras: 

  • Diseñar microambientes de calma: una esquina verde, una planta o plantas que inviten a la contemplación, luz natural o lámparas cálidas, disponer de espacios para respirar.

  • Tener rutinas de regulación emocional: 2 minutos de respiración consciente al iniciar o cerrar la clase (Thich Nhat Hanh, 2010).

  • Incluir el lenguaje del cuidado: validar emociones, usar frases como “veo que estás…” o “te acompaño”. Para esto el maestro debe reconocer sus emociones y su autocuidado para reconocer la emoción de sus estudiantes y ser un cuidador para el bienestar.

  • Movilizar el cuerpo como parte del aprendizaje: integrar movimiento, juego y expresión corporal mejora la atención y reduce el estrés. Para esto no es necesario salir del aula, lanzar una pequeña pelota alentando a decir una frase que inspire es suficiente.

  • Incorporar proyectos como la huerta escolar: donde sembrar y cuidar se convierten en metáforas vivas del desarrollo personal. Pero además, como desde la contemplación cuidamos la salud mental con la atención plena al aquí y el ahora, seguramente si se establece con ritmos, rutinas y compromisos podría impactar la convivencia escolar.

Con Una mente bien ajardinada, Cosmo nos invita a pensarnos como agentes activos en la construcción del bienestar común que habita nuestros Centros de Experiencias. En Cosmo acogemos esta metáfora para hablar de que, así como un jardín, nuestra mente necesita: “cuidado intencional (hábitos socioemocionales saludables), espacio para crecer y compartir (entornos seguros y receptivos), luz y sombra (validación de todas las emociones, no solo las “positivas”)”. Nos volvemos, entonces, muchos centros que se cultivan como jardines. 

Este proyecto, que habita hoy las nueve sedes de nuestra red de colegios, es también una invitación a seguir fomentando el aprendizaje profundo desde pequeñas acciones. Pausas de dos minutos con respiración consciente, preguntarnos en la mañana por la emoción que nos habita ese día para identificarla, cuidar una planta dentro del salón o en un pequeño espacio verde, crear microhábitos de agradecimiento entre mentores y estudiantes, expresarnos con cuidado, son algunos de los consejo que recibimos de Eliana para seguirnos ajardinando en las aulas. Y, sobre todo, recordar siempre: “incluso en el concreto, puede brotar vida. Lo que transforma no es el espacio, sino la intención con la que lo habitamos”.

* La estrategia Una mente bien ajardinada se inspira en la propuesta de la psiquiatra y psicoterapeuta Sue Stuart-Smith llamada The Well Gardened Mind. Rediscovering Nature in the Modern World. Puedes conocer más de Stuart-Smith en su página wb: https://www.suestuartsmith.com/